19 de marzo de 2010

6. El cumpleaños (I)

¡Magnífico regalo de cumpleaños, Carlos! No me esperaba algo tan sencillo de ti, a la vez de placentero. En la fiesta sólo estábamos tú y yo. Preparaste la cena, encendiste unas velas aromáticas. Cuando llegué a casa me recibiste con el pico que sueles darme cada noche. Me felicitaste y me serviste una copa de vino. La ocasióin lo merecía.Un brindis por mi, que se convirtió en un brindis por los dos. Saboreé el vino. Tienes buen gusto, canalla.
A mi, en ese momento lo que más me apetecía era darme una ducha. Venía cansada de aguantar al baboso de mi jefe. Me sentía sucia, aunque fuera psicológico. 'Carlos, me voy a duchar un momentito. Ahora vuelvo'. Me dirigí al baño. Me desnudé y me metí en la ducha. Encendí el grifo, y empecé a notar el agua caliente en mi cuerpo. Quise que el agua mojara mi cara, y para eso dirigí mi mirada al chorro de agua. Cerré los ojos. El agua chocaba contra mi cara, luego descendía por mi cuello, para seguir el camino hacia mi pecho. Entonces seguía descendiendo por mi barriga, y a altura de la cintura, unas cuantas gotas de agua  me rodearon y bajaron por mi culo, acabaron resbalando por mis piernas hasta llegar al suelo. El vapor empezó a llenar todo el lavabo. Me gusta mucho ducharme con agua muy caliente. 

Cerré el grifo. En ese momento oí la puerta. Estabas desnudo. Entraste, cerraste la puerta detrás de ti y sin decir nada, te metiste conmigo en la ducha. Te colocaste detrás de mi, y me diste un beso en el cuello. Yo había cogido ya la esponja, la había mojado y le había puesto gel. Empecé a frotarme los brazo con la esponja, desde la muñeca, ascendía poco a poco, pasaba por el antebrazo, llegaba al codo, y subía por el brazo hasta mi hombro. Una vez allí, tú me quitaste la esponja, y me empezaste a frotar la espalda, suavemente, la recorrías entera, y también subías a mi nuca. Volviste a descender la esponja recorriendo toda mi columna vertebral.

De pronto soltaste la esponja, y te convertiste en ella. Te echaste un poco de gel en las manos. Posaste tus manos con las palmas abiertas en mi cintura, y me empezaste a rodear con tus brazos. Tus manos subieron hacia mis tetas, y las masajeabas firmemente. Luego una de tus manos subió entre mis pechos hacia el cuello, mientras la otra se separaba de mis pechos y bajó hacia mi vulva, la rozaste ligeramente. Luego tus manos continuaron su andadura por mis caderas, recorriendo todo mi culo, con unos movimientos circulares y recorriste mis piernas. Me giré hacia ti, y jugueteaste con los dedos de mis piés.

Entonces empezaste el camino inverso, por mis tobillos, mis gemelos, mis rodillas, mis muslos. Te incorporabas y jugaste con mi cintura. Luego ascendiste poco a poco hacia mis pechos. Recorrías su contorno, los pezones que, a pesar del agua caliente, estaban más duros que nunca. Continuaste hacia mis axilas y recorriste mis brazos hacia las manos. Con un beso en mis labios, me cediste el relevo.

Puse gel en mis manos, de la misma manera que tú hiciste antes. Lo repartí entre las dos manos.y empecé a masajearte el cuello, para luego dirigirme a tus hombros. Me acerqué a ti, y te froté la espalda, mientras tú me abrazabas a mi también. Mi pecho podía enjabonarte tu pecho, ya que estábamos pegados el uno al otro. Mis manos recorrieron toda tu espalda, y llegaron a tu culo, que exprimí contra mi. Luego me agaché poco a poco, y recorrí la parte de atrás de tus piernas, hasta llegar a los tobillos. Después por la parte anterior de ellas, y subí despacio, hasta llegar a tus testículos. Los empecé a acariciar. Tenías una buena erección, que me hizo que quisiera jugar con tu pene un rato. Me separé y te enjaboné el pecho, jugueteando con tu vello.

'Clara, estoy muy cachondo. Vamos a la cama'. Encendí el grifo de la ducha y nos empezamos a quitar el jabón. Ya tuvimos una experiencia no demasiado buena por lamernos el cuerpo lleno de jabón. Así que mientras nos aclarábamos, no paramos de besarnos los labios. Eran besos apasionados, salvajes, eróticos y mojados. Cuando nos quitamos todo el jabón, salimos de la ducha, y sin secarnos ni nada, fuimos directamente a la habitación para acabar lo que habíamos empezado.

1 comentario:

Aporta tu mirada