20 de octubre de 2009

3. Alex en casa de Héctor

...Y al fin llego al portal de la casa de Héctor.

-Ábreme la puerta tío, que soy yo.

-Joder, qué horas de venir.

Al subir, descubro el pedazo de casa que tiene el amigo. Es todo un piso de solteros donde más de un vez me he llevado a las tías que me ligo que no quiero que sepan que soy fotógrafo, es decir, las pijas que quieren ser modelos que luego no hay quien se las quite de encima. La puerta la ha dejado entreabierta para que entre, siempre hace lo mismo, un día le van a dar un susto con sus gilipolleces...

-Tio que tarde, ¿no íbamos a tomarnos una cerveza por ahí?

-Ya, pero entre que me he levantado tarde de la casa de la tía aquella, y lo que me ha pasado en el metro...

-¿Qué te ha pasado?

Se lo cuento. Mientras lo voy haciendo, veo que está encendido el chat detrás de él, con una charla a medias. Veo que ha vuelto a robarme el nick para ligar por ahí, ¡será cabrón!

-¡Qué fuerte lo tuyo macho!. ¿Cómo no te diste cuenta de que era una puta? Sería alguna a la que habrían llamado para algún trabajito.

-Yo qué se, tío, está muy buena y yo medio dormido...la cosa es que me la ha chupado de escándalo.

-Bueno, y anoche acabaste acostándote con la chavala aquella? vaya un golfo estás hecho...

-Sí, sí, ¿recuerdas cómo se acercaba? Me invitó a una copa y a unas pastis, y me dijo de bailar. Menudo movimientos que hacía. Una aunténtica guarra, macho. Eso sí, luego nos tuvimos que ir en taxi porque no podía con mi cuerpo.

-¿Pero cómo fue desde el principio, que yo me entere?

-Pues nada, ¿Recuerdas el pub del Andrés? Le dije que me pasaría con alguna amiga para poder darle un poco de vidilla, porque por lo visto la peña no le está entrando. Total, que la única que me dijo que podía ir era Elena, pero la muy zorra me dejó plantado, sí ,sí, me llamó poco antes de que llegaras tú.

-Si, recuerdo que me lo comentaste. No iba tan ciego, tío.

-Vale, pues entonces lo demás lo viste tú.

-No te creas, yo me fui mucho antes, salí al váter y al volver ya te estabas liando con ella.

-Yo recuerdo que estaba con el móvil, se me acerco por detrás de mí y me susurró "déjalo, si ella no viene ella se lo pierde", y, tras esto, me tocó el culo. Las tías de ahora van a saco.

-Joder. ¿Y luego?

-Pues na, lo típico. Me invitó a la copa, luego salimos a bailar un poco y ya sólo recuerdo cómo su lengua estaba en mi garganta.

-Y os fuisteis al taxi...

-La tía estaba tan cachonda que, después de decirle al taxista la calle, me sacó la polla y se puso a chupármela. Anda que no la comía bien la cabrona. Y el taxista que no perdía ojo. Luego fuimos a su casa, nos íbamos liando de camino... Al final, la levanté en peso mientras me morreaba en cuanto abrió la puerta, la eché en el sofá y le levanté las piernas para poder apartarle el tanga y verle el coño. Con piercings en el clítorix, como a mí me gustan. Oye, ¿puedes traerme algo de beber?

Mientras se va a por algo, me fijo en la pantalla de chat. La tía con la que chatea (una tal Sonia) le dice que el fin de semana se viene para Madrid. Me da tiempo a mirar que es de Barcelona, me apunto su dirección de correo y la guardo antes de que aparezca. Así aprenderás, por cabrón (siempre le tiene que dar mi nick del chat de citas a cualquiera).

Cuando vuelve, lo veo que se estaba empalmando y todo de mi relato.

-Tío, sigue contando, pero no te ahorres nada.

-No sé por qué sigues siempre encerrado delante del ordenador, pajeándote con el porno en vez de venirte conmigo de fiesta.

-Tío, siempre con lo mismo. Ya salí ayer contigo, y me la volviste a hacer, te vas con una tía y me dejas tirado.

-Es verdad, pero anoche no me di cuenta. Te lo compensaré. ¿Cómo se llama la tía esa que tienes chateando, "Hunter"?

-Joder tío, me has pillado. No, no te diré quién es. No quiero que me la pises. Un fin de semana salí por Barcelona y me la crucé. Ya te contaré otro día.

-¿Pero hubo tema? Y el fin de semana que dices... ¿no fue el de hace dos semanas, que tenías el móvil apagado? Seguro que te la tiraste, si te conoceré yo...

-Bueno, ahora te cuento yo. Pero tú termina tu historia...

Cuando terminaba de contarle la historia de la zorra de anoche, me quedé mirando la foto que se había puesto la tal "Sonia" de perfil en el chat... Está buenísima.

16 de octubre de 2009

3. Clarice sale del pub con Sergio.



La conversación contigo, Sergio, fue muy entretenida. Trabajas y vives cerca de aquí. Tu voz es cálida, varonil. Tu ritmo de voz no es ni muy rápido ni muy lento. Tu voz me está hipnotizando. Tu aroma me está embriagando. Y esa mirada... ¡dios, qué mirada! Sólo puedo pensar: por favor, no me mires así,. No me hables así. No me acaricies el brazo de esta manera tan delicada. Me estás demostrando que tú no eres como Carlos. No me sonrías así. Tampoco te me acerques tanto. Que tu aroma me sigue embriagando. Que tu sonrisa me vuelve loca. Que tus labios son muy suaves. Que tu lengua busca suavemente la mía. Que tú  me sabes muy bien. Que tú me estás transformando en  una persona llena de paz. llena de paz y llena de fuego. Porque no puedo dejar de besarte. Porque no puedo dejar de acariciarte el hombro, de bajar con mis dedos a tu brazo, a recorrer el antebrazo hasta llegar a tu mano. Y tampoco puedo evitar dejar de besarte un rato los labios para recorrer con mis labios tus mejillas. Bajar al cuello y mordisquearlo, besarlo, lamerlo.

Me estás volviendo loca, Sergio. Tu mano está en mi rodilla, acaricia mi pierna, asciende por la parte externa de mis muslos. Los aprisionas con tus manos. Me sigues besando. Tu mano sigue recorriendo mi muslo y llega a las caderas. Tu otra mano está acariciando mi nuca, mientras tú me sigues besando. No paras de besarme, y eso me gusta mucho. Esa mano que estaba cerca de mis caderas, desciende otra vez hacia mis rodillas, la bordea, y esta vez vuelve a ascender por la parte interna de mis muslo. ¡Qué manos más suaves tienes! ¿Qué has hecho para derrumbar mi muralla? ¿Qué me ha pasado para abrir el portón antes de que rompieras del todo mi muralla? El caso es que tu mano ha llegado a mi sexo. Y yo me he estremecido. Seguramente tú habrás notado la humedad. Ahora mi mirada se torna en una mirada de deseo, de pasión, libidinosa... Dejas 20 € encima de la mesa y me guías hacia la puerta del pub. Coges mi mano. Sin decirme nada me guías hacia tu casa. Vives muy cerca de aquí.Y yo no puedo oponerme: Es más: no quiero oponerme.

No pienso si esto que está a punto de suceder está bien o mal. Ahora mismo soy un animal. Sólo me guío por mis instintos. A menudo son los instintos los que nos hacen sobrevivir, los que nos hacen tomar las decisiones más atrevidas, quizás las que hacen que nuestra especie sobreviva.

Hemos llegado a tu casa. Cierras la puerta detrás de mi. Creo que me va a gustar lo que me vas a hacer.  Ahora voy a disfrutar contigo, y la próxima vez que te vea, recordaré todo lo que en breves pasará en tu casa. No se me olvidará lo que haremos. Eso seguro. Así que cuando te vea, en mi mirada podrás notar mis sensaciones, el deseo de volverte a ver, las ganas de volver a hacerte el amor, y seguro que te darás cuenta de más cosas de las que me gustaría mostrarte.

Ahora déjame gozar de este momento.


1 de octubre de 2009

2. Alex y su viaje animado de metro

Después de llamar a Héctor me dirijo a la parada de metro de Herrera Oria (sí que vive lejos la tía que conocí anoche), para ir haciendo los trasbordos pertinentes. Es un gran colega mío que vive nada menos que en plena calle Velázquez, en la zona pija de Madrid. Es lo que tiene ser un enchufado de tu padre el concejal... Ya le contaré la movida de anoche, lo del bar y cómo fue ella la que se acercó a invitarme una copa. Buff, qué dolor de cabeza, eso me pasa por volver a mezclar. Y las pirulas que me pasó la tía esta no tienen pinta de que fueran muy buenas. Pero qué buena que estaba. Entro en el metro y me siento al lado de la puerta.


Estaba repasando las fotos, tranquilamente, cuando vi a una chica tremenda montarse en la parada de Plaza de Castilla, justo por mi puerta. Es de esas tías que vienen de empalmar, nada más que de ver cómo se rasca la nariz... Trae unas mayas muy ajustadas que dejan marcadas unas nalgas perfectas, redondas y respingonas, casi esféricas. Una camiseta muy escotada, que dejan ver un canalillo de dos pechos perfectos, tienen toda la pinta de esculpidos a base de cirugía, pero que mas dará eso. Ella se queda de pie, junto a mí, y echa una mirada hacia abajo y me ve, mirando mis fotos del polvo de ayer. Entonces adivino una sonrisa pícara, como diciendo "ayer hiciste cosas malas"... En la siguiente parada entra una vieja y le cedo me asiento, así podré ponerme de pie junto a la piba, que ahora hace como que no estoy. Ella se mira en el espejo que sacó de su bolso y a través de él me ve cómo le estoy mirando. Cierra el espejo, y se queda mirandome, directamente. De repente, llegamos a la siguiente parada, y entra un montón de gente. Me pego a ella. Ahora nos hemos quedado rozándonos como sin querer..

Mi mano ha desdendido y se ha posado en su muslo. Qué prietos que están, esta tía se tiene que machacar en el gimnasio a base de bien. En la curva de Colombia, nos juntamos más, y noto cómo su mano tropieza con mi abultado paquete, ya despierto y dispuesto a más marcha. Ella empieza a masajear mis testículos, entre el gentío. Yo hago lo propio con sus nalgas duras. Qué tía más viciosa. Durante la siguiente parada, cuando entró más gente, nos fuimos arrinconando a la esquina del vagón. Ella se quedó de espaldas a mí, y se dejó caer, rozándome su culo con mi paquete. A esta le gusta que los demás del vagón se nos queden mirando. En la siguiente parada, ella se dirigió hacia la puerta y se bajó. Yo, por supuesto, fui detrás de ella...


En el pasillo largo, sólo se oían sus pasos, marcados por sus tacones, y los míos, con mis botines. Cuando llevábamos un rato andando, se dio la vuelta y me gritó: "¿Dónde se supone que vas, capullo?" Le respondo "Voy donde me sale de los huevos. Y tú, ¿a qué se supone que jugabas en el metro?" A lo que se quedó callada, mirando hacia abajo. Lo siguiente que recuerdo es nuestras bocas juntas, luchando las lenguas dentro. Mis manos recorrían su cuerpo, y ella me cogió del colgante y me dirigió al hueco que queda en una parada en obras. Cómo se nota que esta tía se ha llevado a más de uno a este sitio, porque se conocía el camino a la perfección, me conduce hacia adentro andando hacia atrás, sin parar de besarme. Su mano izquierda se dirigió a mi culo, y lo apretó con fuerza, mientras me mordió la oreja y me lanzó su aliento a la vez. Mmmm, eso me hizo echar mi cabeza hacia atrás y ella aprovechó para besar mi cuello. Esta tía sí que sabe como poner cachondo a un tío.

Sin casi ni darme cuenta, ya tenía mi pene en su boca, dándole repasos con una lengua que nunca terminaba. Desde arriba tenía una inmejorable vista de sus preciosas tetas, además de poder admirar su mirada de viciosa, mientras se golpeaba el glande varias veces en la lengua, con un sonoro chapoteo que hizo darse una voltereta mis testículos. Todo un espectáculo para mi vista y mi oído, además de hacerme gozar como pocas lo habían hecho con cada succión. Le agarré del pelo y le acompañé el movimiento con mi cadera, hasta casi penetrarla por la boca...

Y me vine en ella, dándole una abundante carga de mi esencia densa y blanca. Ella no dejó de chupar en ningún momento, incluso se relamía de gusto...

Y de repente, suelta "Si quieres un polvo son 60, la mamada te la regalo."

Ya tengo otra cosa más que contarle a Héctor. Joder, si hubiera tenido 60 euros... Desde luego mereció la pena el rodeo...

2. Clarice en el pub

Me encanta este sitio. El ambiente que hay, la música, los camareros,... y especialmente, me gusta porque estoy con mi amiga Sonia. Ella me entiende mejor que nadie. Está totalmente en contra de Carlos desde el principio. Pero nunca se opuso a que estuviera con él. Porque sabe cómo soy. Lo obstinada que soy. Y cómo voy en contra del mundo cuando éste va en mi contra.

Guiño un ojo al camarero, y entonces se me acerca y me trae una cerveza en una copa, como a mi me gusta. No le había pedido nada, pero me conoce, y ya sabe cuáles son mis gustos. El guiño sirvió para decirle, traemelo ahora, Joan. Me encanta cómo le queda esa camiseta negra y ajustada que tiene por uniforme. El primer trago de cerveza es el mejor, el que más disfruto. El resto de la cerveza está bien si la compañía es buena. La compañía... y la música. Empieza a sonar esta canción Summercat, y nos levantamos y empezamos a bailar.



Esta canción me ha dado muchas alegrías este verano. Por eso nos hemos levantado como locas. ¡Qué risas! Es lo que más me gusta hacer. Bailar como una loca, sin que nadie me tenga que parar los pies. Siento que estoy en mi salsa. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto. Salto, giro sobre mí misma, sin parar de sonreír. "¡Ops! Perdona, que te he pisado". Vaya tío. ¡Qué bueno que está! Menos mal que no se lo ha tomado mal. Le he pisado.Casi me caigo, y me ha cogido entre sus brazos para evitarlo. Sonríe y me dice: "no hay problema".

A partir del incidente hemos tenido una conversación muy amena. Se llama Sergio. Tiene 34 años. Vive cerca de aquí. Me invita a tomar algo mientras hablamos. Sigo con las cervezas.Ya le había visto otro día en este pub, pero nunca me había parado a hablar con él.

Mientras me entretengo con Sergio, observo a Sonia. Prepara sus armas. Está bailando. Contornea sus caderas. Su minifalda es ajustada de licra, le marca sus caderas. Sabe lo que quiere. Sabe a quién quiere. La conozco desde hace muchos años. Ha mirado a un chico, le ha elegido. Mueve sus caderas sensualmente, mientras se acerca hacia él, despacio, pero sin dejar de seguir el ritmo de la música. Cada vez está más cerca de él. Cada vez es más obvio que habrá un roce entre su culo y el sexo del chico. Unos centímetros más y ella será la leona que habrá cazado a su presa. Efectivamente, es así. Desde aquí puedo apreciar cómo su culo roza el paquete del chico. Cómo se frota en él.

A continuación él pone sus manos en las caderas de Sonia. Acaricia su contorno, sube hacia su cintura, y le besa el cuello. Después la gira hacia él, para depués besarla en los labios. Ella sonríe. Por un momento me mira, y ve que yo la miro a ella. Se separa del chico, que se queda atónito, pero no se mueve del lugar. Sonia se acerca a mi. Me pregunta si estoy bien. Sí, estoy bien, le digo. Me comenta entonces que se va a casa, que no se encuentra bien. Se me acerca al oído y me susurra "ya he cazado, ya te contaré". Nos damos dos besos y vuelve hacia su presa. Le besa y ambos desaparecen. Lo que él no sabe es que Sonia se lo lleva a su guarida, y que allí le devorará. Ha usado su ataque sutil pero fulminante. Esa táctica nunca le falla.

 Me quedo sola con Sergio. Me tomo otra cerveza.  Es un chico muy simpático. No puedo darme cuenta de lo bueno que está, porque me estoy acordando del cabreo que me llevó a venir aquí: Carlos. La conversación me liará hacia algo que ya contaré el próximo día.