1 de noviembre de 2009

4. Clarice en casa de Sergio

  Todavía recuerdo lo que pasó ayer. En el pasillo, me empujaste contra la pared, me cogiste de las muñecas, me abriste los brazos en forma cruz, sujetándolos contra la pared, y me besaste. Tus manos me soltaron las muñecas y me cogiste los pechos, me los apretaste, los sopesaste. Tus manos se posaron en mis nalgas, y me levantaste. Te rodeé con mis brazos, y con mis piernas. Noté tu sexo firme en mi sexo Y me llevaste a tu cama. Me tumbaste en ella.Te tumbaste encima de mi, y me besaste. Te levantaste. Alcé mis piernas, y tú bajaste las cremalleras de mis botas poco a poco y me las sacaste. Primero una, y después la otra. Las lanzaste lejos de nosotros.Supongo que no querías tropezar con ellas en ningún momento.

Me quitaste los calcetines. Después me acariciaste con la punta de tus dedos la parte anterior de uno de mis piés. Ascendías suavemente, despacio, hasta los tobillos. Luego seguiste subiendo por mis gemelos. Noté tus dedos suaves cómo recorrían mi pierna, hasta llegar a la parte trasera de mis rodillas. Después abriste tus manos y me pusiste las manos en los muslos, por la parte de atrás, cerca de las rodillas. Seguiste acariciando mis muslos, por la parte interna. No pude evitar separar más las piernas. Abrirlas. Al llegar a la altura de mi sexo, lo esquivaste. Tus manos decidieron rodear la parte inferior de mis glúteos, luego llegaste a mis caderas. Y entoces tus dedos jugaron con la goma de mi tanga y se enredaron en ella. Descendiste tus manos por toda la longitud de mis piernas, y mi tanga acompañaba a tus dedos. Y finalmente el tanga se liberó de mi cuerpo.



Empezaste a besar mis muslos, por la parte interna, a la altura de las rodillas, y luego fuiste haciendo un juego de lametones, caricias y besos durante todo el recorrido de mis muslos. Al final llegaste a mi sexo. Yo estaba realmente muy excitada. Noté tu cálida lengua en la entrada de mi vagina. La acariciabas suavemente. Introdujiste un poco la punta de la lengua en ella.Y me estremecí. Después tu lengua comenzó a ascender por mi sexo y rodeaste el clítoris. Mi respiración cada vez era más agitada. Ligeramente rozaste con tu lengua mi clítoris, y pegué un respingo. Te levantaste, y entonces pusiste las manos en los laterales de mi camiseta, y procediste a subirla poco a poco. Cada trozo de piel que veías, lo besabas. Me hacía gracia cómo de vez en cuando me pinchabas con tu barba, ya crecida de todo el día. Y acabaste sacandome la camiseta.

Y allí estaba yo, tumbada en tu cama, con mi sujetador y mi falda. Tú estabas vestido y de rodillas frente a mi. Así que me incorporé en la cama y decidí quitarte la camiseta. Te la quité lo más rápidamente posible, y la lancé al suelo. Después te desabroché el cinturón, y luego te desabroché todos los botones de tus tejanos de un tirón. Te empujé y te quedaste tumbado boca arriba en la cama. En ese instante me puse encima de ti. Me agaché hacia ti y te besé. Me encanta cómo besas. Mientras nos besábamos, tú me estabas acariciando la espalda con las dos manos. Recorriendo cada trozo de mi piel con la punta de tus dedos. En ese momento el tiempo se paró. Sentía la dulzura de tus besos, la suavidad de tus caricias en mi espalda, y tu abultado sexo muy cerca del mío, emanando calor. Estaba hipnotizada con tus caricias, eres un encantador de serpientes. Hasta que no me lo enseñaste no me di cuenta de que me habías quitado el sujetador.

Me levanté y te quité los zapatos. Luego los calcetines, y finalmente los pantalones. Tus slips marcaban tu abultado sexo. Y te los quité. Ahora podía ver el espectáculo que era mirar tu sexo. Tu pene erecto, tu glande rodado, las venas que recorrían tu pene. Y en la base, tus testículos marcaban su territorio. Me quité la falda. Me coloqué encima de ti. Tus manos se posaron en mis caderas. Empecé a moverme encima de ti. Tu sexo rozaba mi húmeda vagina, y luchaba por entrar. Pero a mi me encantaba el juego entre tu pene y mi clítoris. ¡Qué placer me diste! Al final tu pene encontró el camino para adentrarse en mi. Y me apretaste más tus manos sobre mis caderas, porque no querías volver a salir. Tus manos acompañaban mi movimiento, e incluso cambiabas el ritmo, a ratos más rápido, a ratos mas lento. Cómo me gustaba ver tu cara de excitación. Recuerdo que cuando llevaba un rato encima de ti, me apartaste de encima de ti y te pusiste tú sobre mi. Y continuaste haciéndome el amor. Tu pene me embestía una y otra vez. Notaba cada vez que lo introducías, cada vez que lo sacabas. Mientras, te acompañaba con el movimiento de caderas. Cada vez más rápido. Mi respiración cada vez más agitada. De repente mi cuerpo empezó a convulsionar, a contraerse. Empecé a gemir. Supiste lo que me pasaba. Yo seguí con las convulsiones, que se expandían por mis piernas, hasta llegar a las puntas de mis pies. Y empecé a gritar, a dar gritos de placer. Mientras tanto, tú seguías con tus embestidas, te introducías dentro de mi y salías. Rítmicamente. Aceleradamente. Creo que te excitó todavía más el hecho de que me vieras cómo me corría. No paraste de sonreír un momento. Entonces empezaste a respirar más fuerte. Se te desfiguró la cara. Te mordiste los labios. Echaste la cabeza hacia atrás, mientras notaba cómo te corrías. Acabaste de correrte. Te levantaste de encima de mío y noté cómo una gota de semen salió de mi vagina y bajaba por mi perineo.

Me habría gustado follar otra vez contigo, prolongar la fiesta. Pero tenía que irme a casa. Si hubiera estado enamorada de ti, me habría quedado a dormir contigo. Finalmente me vestí y salí de tu casa. Me pediste que me quedara. Me encantó esta noche contigo, Sergio.

- Clara, ¡levantate ya, que son las once! Que hemos quedado a la una para comer con mis hermanos.

¡Vaya! Era la voz de Carlos. Miro a mi alrededor y vuelvo a ver mi habitación, mi casa, mi entorno. Por un momento me alegré de que Carlos no estuviera dispuesto a darme ese polvo mañanero de los domingos. Si no, habría descubierto seguramente, alguna prueba de anoche.

Con  una sonrisa me voy a la ducha... Hoy no se ha dado cuenta de mi infidelidad. ¿Y qué si lo hubiera hecho?


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